Informe sobre la Sostenibilidad Financiera para los Movimientos de Mujeres

'Financial Sustainability for Women's Movements Worldwide' (Sostenibilidad financiera para los movimientos de mujeres a nivel mundial) es el segundo informe de AWID que, como parte de la iniciativa Fundher, analiza la situación de los financiamientos para el trabajo relacionado con los derechos de las mujeres. Da seguimiento al primer informe, publicado el año pasado, brindando un análisis más profundo de las tendencias en materia de financiamientos, así como información acerca de donantes que financian el trabajo por los derechos de las mujeres y lineamientos prácticos para recaudación de fondos.

El informe no se trata solamente sobre aumentar el acceso de organizaciones individuales de mujeres a más fondos proporcionándoles información en torno a cómo recaudarlos y a cuáles donantes recurrir. Por el contrario, plantea un fuerte argumento a favor de pensar colectivamente estrategias y acciones encaminadas a una movilización a largo plazo de recursos para el trabajo relacionado con los derechos de las mujeres en todo el mundo. Señala que existe la necesidad de fortalecer los movimientos feministas y de mujeres, como también de una articulación política colectiva con las personas e instituciones que brindan (o deberían proporcionar) fondos para el trabajo por la justicia social, a fin de asegurar que la agenda de los derechos de las mujeres cuente con recursos adecuados. Ello sólo puede lograrse si estos movimientos participan activamente en la definición de la agenda de la financiación para el desarrollo influyendo en políticas y procesos pertinentes.

Este informe analiza seis sectores de financiamiento: agencias bilaterales y multilaterales dedicadas al desarrollo; ONG internacionales; fondos de mujeres; grandes fundaciones privadas; personas individuales y pequeñas fundaciones privadas, y la filantropía corporativa. Muestra las oportunidades y los desafíos específicos dentro de cada sector. Hace ver que hay mucho dinero que podría estar disponible para el trabajo por los derechos de las mujeres, pero que no lo está por una variedad de razones. Por ejemplo, la inadecuada aplicación de la transversalización de la
perspectiva de género dentro de las agencias bilaterales y multilaterales ha afectado de manera negativa el trabajo relacionado con los derechos de las mujeres. Por ello, dado que se supone que la perspectiva de género debe ser transversalizada en la totalidad de políticas y programas, existe la percepción de que no se necesitan iniciativas dirigidas específicamente a mujeres. La agenda de la eficacia de la ayuda que canaliza la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) a través de los gobiernos reduce el acceso a ésta por parte de los grupos de mujeres. La Declaración de París sobre Eficacia de la Ayuda al Desarrollo no centraliza la igualdad de género, a pesar de que la misma es esencial para el desarrollo económico.

Una gran parte de los financiamientos para organizaciones de mujeres proviene de agencias bilaterales y multilaterales, si bien el trabajo relacionado con los derechos de las mujeres cuenta con fondos deficientes en comparación con las cantidades de asistencia que esas agencias de hecho proporcionan para el desarrollo en general. Al igual que las grandes fundaciones privadas, dichas agencias típicamente toman distancia de la politización de la agenda de los derechos de las mujeres y tienden a aplicar un enfoque técnico a las complejas realidades sociales y políticas.

Las ONG internacionales (ONGI) también brindan una significativa proporción de financiamiento, pero existen tensiones en la relación entre las ONG internacionales y locales. Ahí está, por ejemplo, el hecho de que las ONGI realizan campañas, son programadoras y financiadoras, todo ello simultáneamente. Por lo tanto, financian sus propias ideas y campañas, a menudo opacando el trabajo de las ONG locales. También compiten - con una mayor ventaja que las ONG - por la AOD y otros financiamientos.

El informe subraya la creciente presencia e importancia de los fondos de mujeres que son 'el brazo recaudador de fondos del movimiento'. Estos fondos, que cuentan con liderazgo femenino, tienden a centrarse exclusivamente en las iniciativas a favor de los derechos de las mujeres y otorgan financiamientos a grupos a los cuales se les dificulta el acceso a los recursos y, por lo tanto, quedan fuera del margen de asistencia de otros donantes. Por ejemplo, los fondos de mujeres ayudan a grupos marginados tales como las jóvenes, lesbianas y mujeres indígenas. En su mayoría, estos fondos son conscientes de la necesidad de brindar financiamiento esencial a las organizaciones de mujeres. Además apoyan viajes para asistir a conferencias estratégicas, algo que otras agencias tienden a no hacer. Asimismo, algunos de estos fondos se involucran de manera activa en el desarrollo de capacidades para organizaciones de mujeres, como también en construcción de movimientos. Sin embargo, aunque están creciendo en número y recursos, los fondos de mujeres todavía proporcionan subsidios relativamente bajos y, por lo tanto, sirven sobre todo a organizaciones de mujeres más pequeñas.

Este informe aborda no sólo el 'qué' acerca de los financiamientos para el trabajo por los derechos de las mujeres, sino también el 'cómo'. Sugiere estrategias que las organizaciones de mujeres pueden utilizar individualmente y como parte de los movimientos. Por ejemplo, explora la creación de maneras alternativas y autónomas para recaudar fondos, así como la inversión en capacidades organizacionales. Ofrece consejos prácticos para recaudar fondos, además de información detallada de las instituciones que financian el trabajo relacionado con los derechos de las mujeres. Al brindar reflexiones acerca de dónde está el dinero para los derechos de las mujeres y de por qué los movimientos de mujeres deben politizar la agenda del financiamiento para la igualdad de género, el informe 'Financial Sustainability for Women's Movements Worldwide' es un recurso vital para personas individuales y organizaciones que trabajan por los derechos de las mujeres.

El informe 'Financial Sustainability for Women's Movements Worldwide' está disponible (en inglés) en la web de AWID.

Subido por Sara Cuentas.

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Las mujeres adultas mayores y los desafíos de la longevidad

Editorial Nº 86 de Marzo 2007.
Red latinoamericana de Gerontología
Prepararse para una vida longeva es una cuestión que concierne a la sociedad en su conjunto y no únicamente a las personas adultas mayores como se suele aún pensar. Por cierto que implica concebir e implementar políticas que sean capaces de crear las condiciones materiales para dar respuesta a multiplicidad de necesidades nuevas que se van creando, pero por sobre implica concebir aquellas políticas dentro de un conjunto de acciones con capacidad de apoyar y propiciar la emergencia de nuevos imaginarios colectivos que nos liberen de programas de roles que ya no se compadecen con las dinámicas profundas de cambio que viven nuestras sociedades.

Son las mujeres adultas mayores especialmente quienes están vivenciando procesos de cambio personal que, si son potenciados por políticas públicas adecuadas, pueden contribuir en forma decisiva al cambio cultural que requiere la emergencia de nuevos imaginarios colectivos en los cuales se sustente la construcción de una sociedad para todas las edades.

Las formas prácticas que recorren esos procesos, son en gran medida motorizadas por la búsqueda de la autorrealización que progresivamente comienza a ganar espacio en los deseos y en los esfuerzos de las mujeres mayores por asegurar su autonomía e independencia así como el ejercicio de sus derechos civiles y políticos.

La discusión con los roles clásicos comienza a recorrer todos los ambientes de la sociedad. Desde el espacio familiar al espacio público, las adultas mayores comienzan a poner en entredicho el rol social de cuidadoras que las constriñó a vivir sus vidas en función de los deseos de otros, de sus maridos, de sus hijos o de algún otro familiar. La discusión comienza también a manifestarse en la demanda por el derecho a ingresos económicos propios, el derecho a una pensión básica que es anhelada no sólo por los beneficios económicos sino también por la dignificación y autonomía que conlleva.

Sin embargo, estos procesos no están exentos de peligros. Si no logran imbricarse con políticas públicas y discursos adecuados, bien pueden hacerse autocéntricos y favorecer relaciones que pueden acentuar la exclusión y segregación que intentamos superar. Esto, porque la profundidad de cambios que se requieren, exige políticas transversales que incorporen las necesidades y los deseos de las personas adultas mayores en todo el entramado social. De ahí que el trabajo que se realice con organizaciones y grupos de adultos mayores debiera apuntar a conseguir la compenetración necesaria entre el fortalecimiento de una buena autoestima y el fortalecimiento del compromiso y acción ciudadana, de manera de poder trascender una participación de tipo terapéutica y comenzar a jugar un rol más efectivo y protagónico en la creación de mejores condiciones de vida y formas de convivencia social.

Ximena Romero – Coordinadora RLG

Christel Wasiek – Asesora de la RLG

1 de Marzo de 2007.
M.O.M

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Incentivo a las jefas de hogas a ser microempresarias

El aumento de la pobreza femenina en Chile que reveló la última encuesta Casen, refleja la importancia de otorgar mayores herramientas de desarrollo a las mujeres. El programa del Ministerio tiene como objetivo entregar capacitación en áreas laborales y educacionales. Fuente:www.diariopyme.cl

Con el fin de que las mujeres continúen integrándose en el mundo laboral, la ministra del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), Laura Albornoz- acompañada por el Intendente del Maule, Alexis Sepúlveda- anunció el lanzamiento del programa "Mejorando la Empleabilidad y Condiciones Laborales de las Mujeres Jefas de Hogar" El programa- que cuenta con un presupuesto de $ 90 millones- tiene como fin crear las condiciones para que existan más microempresarias, específicamente dentro del millón de hogares que tienen como principal proveedora a una mujer. Por esto, la esencia del programa son las capacitaciones en actividades productivas, como la elaboración de "comidas rápidas", mermeladas caseras y aseo industrial.
"Gracias a este tipo de iniciativas tengo mi propia microempresa de tapizado. No sólo he trabajado con grandes tiendas, ahora también soy monitora para enseñarles este oficio a otras mujeres. Más que independiente, me siento desarrollada como persona", dijo Ximena Reyes, de la comuna de Curicó, quien ingreso al programa en año 1999.
Más capacitación
Otro de los objetivos es ayudar al término de los estudios secundarios y básicos. También se capacitará a quienes deseen dedicarse al área de la salud, en lo que es la atención dental, primara, oftalmológica y dental.
La idea es llegar a todas las comunas donde existan "Jefas de Hogar". Por eso el programa abarcará 1.235 mujeres de las comunas de San Clemente, San Javier, Constitución, Linares, Parral, Longaví, Curicó, Molina, Maule y Talca, ya que según dijo la ministra Albornoz "una de las principales tareas del Gobierno es lograr la igualdad entre hombres y mujeres".

Pobreza Femenina
Según los resultados entregados por la Encuesta de de Caracterización Socioeconómica (CASEN), el país vive una "feminización de la pobreza" hace 3 años, dentro del conjunto de personas que estaban bajo la línea de pobreza, las mujeres eran 0,7 por ciento más pobres. Hoy, esa brecha aumentó al 1,3 puntos. Hay menos pobreza entre hombres que entre las mujeres. Además el 44% de hogares indigentes está encabezado por una mujer.
Al respecto la ministra del Sernam manifestó su preocupación, ""Que la pobreza haya permanecido en las familias que tienen como jefa de hogar a una mujer, mientras el resto de Chile está avanzando, es una situación que nos exige como gobierno focalizar nuestros esfuerzos en las mujeres. Y lo así lo haremos, porque creemos que ellas pueden ser la clave para avanzar este paso que nos falta".
La autoridad agregó que es materia de preocupación para la Presidenta Bachelet , mejorar la situación de las jefas de hogar, tal como lo anunció el pasado 21 de mayo en su mensaje presidencial, con el que se duplicará el número de comunas –actualmente son 105- donde Sernam aplica el Programa para Mejorar la Empleabilidad de las Jefas de Hogar (PMJH).CB.
CB. Fuente: www.diariopyme.cl

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Género, Derechos y Desarrollo Humano


Recogido por: Sara Cuentas Ramírez


La Editorial del PNUD (América Latina Genera/Escuela Virtual de Desarrollo Humano) recientemente ha publicado el documento “Género, Derechos y Desarrollo Humano” con la finalidad de hacer una reflexión conceptual entre la relación que existe entre el desarrollo humano, los derechos humanos y el enfoque de género en el desarrollo como un paso imprescindible para la para la revisión y replanteamiento de las acciones de desarrollo emprendidas por los actores e instituciones de América Latina.

La presente publicación es la primera de una serie de documentos conceptuales que el proyecto regional del PNUD América Latina Genera pretende elaborar en alianza con otros actores de la región. Estos documentos pretenden recopilar los diferentes enfoques y visiones que existen desde la perspectiva de género en una temática concreta y señalar algunos de los principales desafíos que existen para articular adecuadamente la mirada de género al tema analizado.

Para ello, están revisando brevemente las diferentes posturas y enfoques que desde los estudios de género existen sobre el tema señalando las principales potencialidades del paradigma de desarrollo humano, pero también algunos de los vacíos o retos pendientes para avanzar en una visión más inclusiva.

A través de este documento se cuestionan desde la perspectiva de género algunos de los principales debates que se están llevando a cabo en torno al desarrollo humano como pueden ser: crecimiento económico, pobreza, sostenibilidad ambiental, democracia, violencia de género, libertad cultural, etc., y también algunos aciertos y limitaciones que enfrentamos en la medición del desarrollo humano. El documento señala algunas brechas y desafíos que desde la perspectiva de género tienen el enfoque analítico y la medición del desarrollo humano.

A continuación el contenido introductorio del documento elaborado por Carmen de la Cruz, especialista en Relaciones Internacionales y Género en el Desarrollo:

“El impacto del desarrollo económico y la globalización sobre las relaciones de género, y más particularmente sobre la vida de las mujeres pobres, sugiere un complejo conjunto de dinámicas interrelacionadas, dado que la desigualdad de género está integrada en los procesos de desarrollo dirigidos por la globalización económica y, al mismo tiempo, el desarrollo construye sobre dichas desigualdades. Esta constatación, sin duda, refuerza un argumento que viene siendo introducido en los Informes de Desarrollo Humano desde 1995, cuando por primera vez se expresa que en ninguna sociedad las mujeres disfrutan de las mismas oportunidades que los hombres y que si el desarrollo humano no incorpora la condición de los sexos está en peligro. Asimismo, dicho informe añade que la lucha para lograr la igualdad de género cambiará la mayoría de las premisas que actualmente rigen la vida social, económica y política.

El paradigma de desarrollo humano como proceso de ampliación del rango de las elecciones de la gente permite cuestionar desde esta perspectiva no sólo una visión que mide el resultado del desarrollo desde términos económicos, sino que también promueve la investigación de los obstáculos que restringen la libertad de las personas. La noción de desarrollo humano implica un compromiso con la libertad frente a la opresión política, pero también frente a la opresión de la miseria, la ignorancia y la falta de oportunidades económicas.

Al definir como fin último el crecimiento de las capacidades humanas coloca a la gente en el centro de sus preocupaciones, a través de procesos construidos por y desde las personas y las comunidades como verdaderos protagonistas. El paradigma de desarrollo humano aparece así como un fuerte referente teórico y normativo, abierto a la conjunción de otras teorías y discursos, que permite avanzar en el análisis de diversos temas aún escasamente incorporados, como es el de las desigualdades en las relaciones de género y su impacto en los derechos de las mujeres.

Sin duda alguna, las exigencias de justicia de una sociedad democrática hacen necesario inaugurar nuevas prácticas sociales encaminadas al logro de la igualdad entre mujeres y varones. Estas nuevas formas de actuar requieren nuevos modos de pensar, así como contar con un conocimiento riguroso de los modos en que se produce y se reproduce la desigualdad. La teoría de género, materia que se nutre de diversas áreas de conocimiento, está en construcción permanente e incorpora elaboraciones novedosas. Igualmente que el desarrollo humano, la teoría de género pretende la recuperación del pensamiento de la Ilustración y la alta tradición filosófica de la modernidad. De ahí se extraen categorías aún vigentes para el logro de la emancipación de las mujeres: la ciudadanía, la autonomía, la noción de sujeto, que aún queda como tarea pendiente, y no exenta de dificultades para muchas mujeres. De hecho, es en los últimos años cuando se han consolidado los estudios en la materia, siendo reconocidos por el desarrollo de planteamientos teórico-metodológicos, con una fundamentación científica y crítica de la realidad.

Una de las innovaciones de la teoría feminista en las últimas décadas ha sido la consolidación de la categoría de género como herramienta de análisis para comprender los procesos de desigualdad entre mujeres y varones”.


Saludo este valioso aporte, porque creo que contribuye a una mejor comprensión del tema desde el enfoque de género y a replantear y mejorar, desde la teoría y la práctica, las acciones que diversos actores están desarrollando en América Latina a favor del desarrollo humano sostenible, la defensa de los derechos humanos y la igualdad de género.

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Desigualdades de género en el Sur y el Norte: compartiendo una misma realidad


Por Sara Cuentas.-

Las diferencias entre los sexos y la desigualdad están estrechamente ligadas. ¿Por qué? Porque la diferencia mutua entre hombres y mujeres se concibió como la diferencia de las mujeres con respecto a los hombres cuando los primeros asumieron el poder y se determinaron como el modelo de lo humano. Desde entonces, la diferencia sexual ha significado desigualdad legal y real en perjuicio de las mujeres.

Esta desigualdad podría haberse dado en contra del sexo masculino si el parámetro de lo humano hubiese sido a la inversa. Pero, está probado en la práctica que la jerarquización se hizo y se hace a favor de los hombres. Lo que no quiere decir que los hombres se organizan concientemente con esta idea, sino que así se construye socialmente el sistema patriarcal para hombres y mujeres.

Es más, en todas partes y en la mayoría abrumadora de las culturas conocidas, en el Norte y en el Sur, las mujeres somos consideradas, de alguna manera o en algún grado, inferiores a los hombres.

Cada cultura hace esta evaluación a su manera y en sus propios términos, a la vez que genera los mecanismos y las justificaciones necesarias para su mantenimiento y reproducción perpetuando las desigualdades de género.

Sin embargo, a pesar de que en cada cultura el grado de inferioridad de las mujeres con respecto a los hombres y los argumentos para justificarla pueden ser distintos, todas las culturas conocidas tienen algunos rasgos comunes o causas comunes que generan las desigualdades de género (Janet Saltzman/ Alda Facio). Se pueden identificar cuatro aspectos de esta realidad compartida:

1) Una ideología y su expresión en el lenguaje que explícitamente devalúa e invisibiliza a las mujeres dándoles a ellas, a sus roles, sus labores, sus productos y su entorno social, menos prestigio y/o poder que el que se le da a los de los hombres;
2) Significados negativos atribuidos a las mujeres y sus actividades a través de hechos simbólicos o mitos, que no siempre se expresan de forma explícita; y
3) Estructuras que excluyen a las mujeres de la participación en, o el contacto con los espacios de poder, o donde se cree que están los espacios de toma de decisiones en lo económico y lo político como en lo cultural.
4) El pensamiento dicotómico, jerarquizado y sexualizado, que lo divide todo en cosas o hechos de la naturaleza o de la cultura, y que al situar al hombre y lo masculino bajo la segunda categoría, y a la mujer y lo femenino bajo la primera, erige al hombre en parámetro o paradigma de lo humano, al tiempo que justifica la subordinación de las mujeres en función de sus pretendidos “roles naturales”.

La subordinación femenina, el hecho de que exista y que involucre los ámbitos de la sexualidad, la afectividad, la economía y la política en todas las sociedades, independientemente de sus grados de complejidad, da cuenta de que estamos ante algo muy profundo e históricamente muy enraizado, algo que no podremos erradicar con un simple reacomodo de algunos roles en lo sexual o social, ni siquiera con reorganizar por completo las estructuras económicas y políticas.

Instituciones como la familia, el Estado, la educación, las religiones, las ciencias y el derecho han servido para mantener y reproducir el estatus inferior de las mujeres, tanto en el Sur como en el Norte.


Sabemos que una ideología es un sistema coherente de creencias que orientan a las personas hacia una manera concreta de entender y valorar el mundo; proporciona una base para evaluar conductas y otros fenómenos sociales; y sugiere respuestas de comportamiento adecuadas. Una ideología “sexual” es, entonces, un sistema de creencias que no sólo explica las relaciones y diferencias entre hombres y mujeres, sino que toma a uno de los sexos como parámetro de lo humano.

Basándose en este parámetro, el sistema patriarcal especifica derechos y responsabilidades, así como restricciones y recompensas, diferentes e inevitablemente desiguales en perjuicio del sexo que es entendido como diferente al modelo, en este caso las mujeres. Además, el sistema patriarcal justifica las reacciones negativas ante quienes no se conforman, asegurándose así el mantenimiento del estatus quo y perpetuando las desigualdades de género.

Así se ha consolidado el Patriarcado, que alude a un sistema de dominación. Aclaro que el Patriarcado no es una unidad ontológica, es decir que no es una realidad que tenga un nacimiento natural, ni que los hombres que se reúnen en una comunidad se organicen como un grupo patriarcal, sino que el patriarcado es una derivación social construida históricamente, por tanto, no es una forma naturalmente espontánea de organización masculina.

Los hombres no tienden naturalmente a ejercer el poder, sino en tanto se les socializa para el poder y a las mujeres para el no poder. Todavía en muchas sociedades, en mayor o menor grado, los hombres son reconocidos como sujetos políticos y sujetos de razón a diferencia de las mujeres que no son reconocidas ni como sujetos políticos ni como ciudadanas.

Las ideologías patriarcales no sólo afectan a las mujeres al ubicarlas en un plano de inferioridad en la mayoría de los ámbitos de la vida, sino que restringen y limitan también a los hombres, a pesar de su estatus de privilegio. En efecto, al asignar a las mujeres un conjunto de características, comportamientos y roles “propios de su sexo”, los hombres quedan obligados a prescindir de estos roles, comportamientos y características y a tensar al máximo sus diferencias con ellas.

Como dice Marcela Lagarde, “de seguir por esta senda ideológica: la dominación patriarcal se agudizará y se ampliará la brecha entre mujeres y hombres, aumentarán la feminización de la pobreza, la marginación de las mujeres, el feminicidio. Aumentará también la disputa patriarcal entre los hombres y con el neoliberalismo se agudizarán el machismo y la violencia de unos hombres contra otros.

Por qué es tan difícil para los hombres y muchas mujeres entender el patriarcado. Porque lo llevamos adentro, lo hemos internalizado. Y porque destruirle es atentar contra lo que somos y hacemos.

Sin embargo, la dominación para las mujeres tiene nombre: masculinidad, es parte de nuestra vida en todas sus dimensiones, se expresa en cada pequeño acto cotidiano, pero a la vez es tan invisible que apelamos a la negación para evitar el malestar que nos produce.

La opresión de las mujeres no es una distorsión del sistema actual, es parte y esencia del mismo, así que hablar de la inclusión de las mujeres en el desarrollo, nos debe llevar a preguntarnos y reflexionar: ¿De que desarrollo hablamos?, ¿A costa de quién? ¿Un Desarrollo de mínimos? ¿En medio del mercado excluyente y marginador? ¿O tenemos que cambiar primero el sistema patriarcal?

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Ahora o nunca: una apuesta del Fondo Global para Mujeres


“Invertir en el liderazgo de las mujeres a nivel local, nacional e internacional es una de las estrategias más efectivas para lograr un mundo más justo que proteja los derechos humanos de cada persona.”

Entrevista con Erika Guevara-Rosas, responsable del Programas para las Americas del Fondo Global para Mujeres

Por Gabriela De Cicco (AWIDE- Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo)-recogido por Sara Cuentas

AWID: Erika podrías comentarnos qué es el Fondo Global para Mujeres (Global Fund for Women Erika Guevara-Rosas: El Fondo Global para Mujeres (Global Fund for Women) es una fundación que brinda apoyo financiero a organizaciones de mujeres que luchan por avanzar los derechos humanos de las mujeres alrededor del mundo. Somos una red de mujeres y hombres que creemos que garantizando la equidad de género y la participación de las mujeres en sociedad podemos transformar el mundo y generar un verdadero cambio social. El Fondo Global para Mujeres reconoce que invertir en el liderazgo de las mujeres a nivel local, nacional e internacional es una de las estrategias más efectivas para lograr un mundo más justo que proteja los derechos humanos de cada persona. Los esfuerzos y la efectividad de las organizaciones de mujeres alrededor del mundo son severamente afectadas por la falta de recursos financieros para desarrollar sus actividades. Las organizaciones no gubernamentales de mujeres, especialmente aquellas en países pobres, son frecuentemente ignoradas o reciben muy pocos recursos tanto de los gobiernos como de los programas de cooperación y desarrollo internacionales. Brindando apoyo financiero directamente a las organizaciones de mujeres en los diferentes países, el Fondo Global para Mujeres contribuye de un forma respetuosa a la experiencia local de las organizaciones y en respuesta a las necesidades y prioridades de las propias mujeres.

AWID: ¿A qué temáticas se dedican los grupos de mujeres a los q el GFW ha financiado? E. G-R: El Fondo Global apoya una amplia gama de grupos de mujeres que promueven iniciativas de protección y defensa de los derechos humanos de las mujeres alrededor del mundo. Las organizaciones de mujeres que apoyamos trabajan, entre otros temas, para combatir la violencia de género y construir la paz, avanzar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, garantizar la justicia económica y ambiental, ampliar los derechos civiles y políticos, incrementar el acceso a la educación y fomentar la filantropía por el cambio social. La mayoría de los financiamientos del Fondo Global brinda apoyo general a las organizaciones, permitiendo a las mujeres tomar sus propias decisiones acerca de cómo utilizar los fondos. Los financiamientos del Fondo Global son a menudo el primer apoyo financiero que reciben las nuevas organizaciones y pueden ser utilizados para aumentar la credibilidad de éstas ante otras agencias financiadoras.

AWID: ¿Qué ayuda ha dado el GFW desde su fundación?
E. G-R: Desde nuestra fundación en 1987, hemos otorgado mas de $56 millones de dólares a mas de 3,300 grupos que trabajan por los derechos humanos de las mujeres en 165 países y territorios. Una red internacional de consejeras asesora a nuestro personal y junta directiva en la identificación de contrapartes potenciales y en la evaluación de las solicitudes de apoyo que se reciben. Con pequeños apoyos de entre $500 y $20,000 dólares, el Fondo Global otorga recursos "semilla" para impulsar la creación o el crecimiento de organizaciones de base, de "fortalecimiento institucional" y para promover la creación de redes y conexiones entre las organizaciones de mujeres, muchas de las cuales no pueden acceder a otras fuentes de financiamiento. En América Latina y el Caribe, el Fondo Global ha invertido más de $15 millones de dólares en apoyos a más de 900 organizaciones de mujeres en 34 países de la región.

El Fondo Ahora o Nunca
AWID: hace un par de años lanzaron un programa nuevo denominado "Ahora o nunca", ¿de qué se trata?
E. G-R: Durante la última década, hemos presenciado los profundos cambios sociales, económicos y políticos que afectan la región, y el mundo en general, generando retos particulares para las mujeres y el ejercicio de sus derechos. En este contexto, el Fondo Global para Mujeres se une a la labor de miles de mujeres para enfrentar los retos consecuencia de, entre otros temas, la rápida globalización y liberalización comercial, el militarismo como "estrategia" de los gobiernos para dar frente a los problemas políticos y sociales, la creciente influencia de los extremismos religiosos y la poca efectividad de las instituciones de gobernabilidad internacional. En respuesta a estos dilemas y con apoyo de nuestras contrapartes, en el año 2005, lanzamos la campaña "Invirtiendo en Mujeres", cuya estrategia principal fue el establecimiento de un fondo llamado "Ahora o Nunca" [Now or Never Fund]. Como un verdadero indicativo de nuestra capacidad de responder a las necesidades del momento, el fondo "Ahora o Nunca" busca dar una respuesta inmediata al impacto globalizado de la guerra y los conflictos internos, las políticas neoliberalizadoras, los fundamentalismos y el conservadurismo que violentan los derechos humanos de las mujeres alrededor del mundo. Este fondo nos permite dirigir recursos adicionales a nuestros presupuestos regionales para responder de forma inmediata a iniciativas cruciales y oportunidades inesperadas en las que los grupos de mujeres pueden promover cambios sustantivos a las políticas y actitudes opresivas, así como fortalecer la infraestructura del movimiento de mujeres con el fin de garantizar la sostenibilidad de sus acciones.


Desde su establecimiento, el fondo "Ahora o Nunca" ha permitido al Fondo Global dirigir $1.7 millones de dólares adicionales anualmente a grupos de mujeres en el mundo. Sin embargo y debido a las limitantes presupuestales, este fondo es temporal, diseñamos una estrategia de tres años para poder hacer uso efectivo de los recursos. Actualmente, nos encontramos en la mitad de este ciclo y esperamos poder continuar dando respuesta a las necesidades inmediatas y urgentes de los grupos de mujeres con lo que resta del fondo. Como parte del plan de acción del fondo "Ahora o Nunca", el Fondo Global identificó tres áreas prioritarias para la distribución de los
recursos:

Avanzando y Preservando el Consenso. Bajo esta estrategia, buscamos proveer fondos para la realización o participación de grupos de mujeres en iniciativas que promuevan conexiones regionales, interregionales, transnacionales e internacionales con el objetivo de preservar los avances que han sido resultado del consenso internacional sobre equidad de género, desarrollo y derechos humanos.

Fortaleciendo el Movimiento y su Infraestructura. Han pasado ya más de 10 años desde Cairo y Beijing y aun son muchos los retos por enfrentar. Este es un momento critico para invertir más estratégicamente y de manera eficaz en el movimiento de mujeres. El Fondo Global busca hacer un uso más estratégico de los recursos para proveer fondos a organizaciones de mujeres que están a la vanguardia del movimiento y que requieren un apoyo adicional para asegurar y estabilizar sus actividades. En esta área, la prioridad se ha dado a iniciativas que tienen como finalidad avanzar la agenda pública en relación a los derechos de las mujeres, incluido el apoyo para movilizaciones y campañas especiales.

Investigación y Documentación. Con esta estrategia, buscamos apoyar programas, proyectos o investigaciones que aborden el estudio y análisis de las barreras sistemáticas que impiden el avance de los derechos humanos de las mujeres globalmente. También quisiéramos apoyar esfuerzos enfocados en documentar la efectividad de las acciones emprendidas por el movimiento de mujeres, con el objetivo de compartir mejores prácticas y lecciones aprendidas.

AWID: ¿de qué manera los grupos de mujeres de nuestra región pueden tener acceso para aplicar para este fondo?
E. G-R: En América Latina y el Caribe en particular, el fondo "Ahora o Nunca" nos ha permitido enfrentar las necesidades más inmediatas del movimiento de mujeres y responder de forma más estratégica a los retos que la región enfrenta. No tenemos un procedimiento especial para la solicitud de estos fondos, las organizaciones de mujeres aplican a nuestro programa regular de apoyos financieros. Nuestro equipo de programa se encarga de identificar aquellas propuestas que responden a alguna de las áreas prioritarias del fondo "Ahora o Nunca"

Para más información sobre los criterios y aplicaciones favor de visitar nuestro sitio en Internet: www.globalfundforwomen.org. Para solicitar apoyo financiero para América Latina y el Caribe, envíe su solicitud al equipo de las Americas (americas@globalfundforwomen.org)

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La evaporación de las buenas intenciones en las ONGD


Clara Murguialday
Economista especializada en desarrollo y cooperación internacional, forma parte del Consejo de Coooperación al Desarrollo del Gobierno español (artículo extraído de la revista La Magalla (FCONGD)

Hasta hace poco tiempo,el argumento preferido de las ONGD para justificar su escaso o nulo trabajo por la equidad de género era su ignorancia. Confesavan sin pudor que desconocían qué significaba esto del género, que no sabían como incorporar esta visión en sus proyectos o que en la organización no había nadie formado en estos temas. Se han producido cambios significativos?

Aquellos que, desde fuera o desde dentro de las ONGD, s’han obstinado para que el trabajo para el desarrollo genere más equidad, han debido dedicar muchas energías a hacer cursos y talleres para formar a las ONGD sobre cuestiones relacionadas con el género y el desarrollo.

En los últimos años, mujeres d’ONG y grupos feministas de países del Sur han completado el trabajo de estas pioneras, llegando hasta aquí a explicarnos no sólo cómo trabajan en el empoderamiento de las mujeres sino, sobre todo, el poco servicio que tiene una cooperación internacional que no se fija en la erradicación de las desigualdades entre mujeres y hombres ni en el fortalecimiento de sus organizaciones.

Actualmente son pocas las ONGD que confiesan abiertamente su ignorancia sobre estos temas. Para bien o mal, los organismos de la cooperación no gubernamentales –también los gubernamentales- han llegado a llenarse de un discurso políticamente correcto y técnicamente informado sobre los asuntos de la equidad de género en el desarrollo, ya se asume con relativa convicción que este trabajo ha detener entre sus objetivos el de avanzar hacia una mayor igualdad entre mujeres y hombres, porque pueda considerarse mínimamente transformador. Además, quien más quien menos, ya sabe que los roles que mujeres y hombres ocupan en sus familias y sus comunidades son diferentes, e incluso maneja con cierto desparpajo categorías tan abstractas como las de necesidades prácticas e intereses estratégicos de género.

Cuando me levanto optimista, me atrevo a afirmar que se ha adelantado mucho en la última década, que la mayoría de las ONGD ya han dejado de ver las mujeres del Sur como personas vulnerables necesitadas de asistencia, o únicamente como fuerza de trabajo que hace falta movilizar por sacar sus familias de la pobreza y por generar servicios colectivos de bajo coste a sus comunidades, y empiezan a considerarlas como un colectivo social al cual se le vulneran cotidianamente los derechos y como la parte perdedora de unas relaciones de poder con los hombres que les impiden acceder a los recursos que necesitan para autodeterminar sus vidas y sus intereses.

Pero si me pongo realista, debo reconocer que, para la mayoría de las ONGD, este camino está a sus inicios. Aunque podríamos esperar que lucieran un afán entusiasta por adelantar en este camino, es fácil constatar que expresan demasiadas dudas, resistencias pasivas o simplemente posiciones cuando se les insiste que aceleren el paso de la marcha. Son comprensibles los temores, pero no se justifica la tranquilidad con qué se toman el reto. Porque esta tarea requiere importantes cambios en las concepciones, estructuras, hábitos y actitudes, personales y colectivas que predominan en las organizaciones de la cooperación.

Las ONGD son instituciones sociales generizadas, es decir, organismos complejos que generan, mantienen y reproducen las relaciones de género vigentes en la sociedad que asignan a las mujeres menores cuotas de recursos y poder que a los hombres. Según Bina Agarwal, las organizaciones sociales son “lugares de cooperación y conflicto en materia de género, porque en toda organización hay formas múltiples y contradictorias d’entender la igualdad entre mujeres y hombres”. Conviven en un mismo organismo discursos orientados a promover el cambio (por ejemplo, los favorables a erradicar la violencia de género y otras manifestaciones de las jerarquías de género) con otros dirigidos a preservar el estatus quo (por ejemplo, los discursos de resistencia al cambio haciendo acusaciones d’injerencia cultural).

A causa de estos temores y resistencias, hasta hoy el balance de los esfuerzos de las ONGD por integrar la perspectiva de género en sus concepciones, funcionamiento y cultura organizacional presenta más sombras que luces. Algunos de los indicadores que mejor demuestran los limitados adelantos en este campo son: a) la carece de una política de género que esté integrada en la política general del organismo, después de haber sido discutida por todo el personal y aprobada por sus instancias de dirección; b) la ausencia de espacios de género institucionalizados y legitimados por impulsar cambios organizacionales en pro de la equidad de género; y c) los escasos recursos financieros, humanos, técnicos y de tiempos destinados a la formación y el debate sobre temas de género.

Estos resultados prácticos tan limitados también están relacionados con el que algunas teóricas del enfoque del Género en el Desarrollo han denominado “la evaporación de las políticas de género al si de las instituciones dominadas por los hombres”; un proceso mediante el cual las buenas intenciones respeto a la equidad de género expresadas en los documentos más generales de la política institucional, desaparecen cuando se empiezan a abordar las estrategias concretas que darán forma a los programas y proyectas de este organismo. Según Longwe, las estructuras y la cultura – hegemonicamente masculinas- de una organización, trituran las ansias de igualdad cuando se pasa del nivel declarativo al nivel operativo, y hacen que un discurso sensible hacia la equidad de género resbale (sin que nadie sepa cómo, ni se sienta responsable por esto) hacia una práctica centrada en las mujeres, a las cuales se ve como un colectivo falto de relaciones de género.

Las ONGD y las agencias del desarrollo en general, “rápidamente pasan de hablar de género, que es una relación social, a referirse al bienestar de las mujeres, y dejan así a los hombres –e implícitamente las relaciones desiguales de poder fuera del análisis”, concluye White en su revisión del impacto de la cooperación sobre las relaciones de género. La tendencia a desplazarse desde la retórica de la equidad a la realidad de los proyectos para mujeres, muestra la facilidad con qué el discurso de género se traduce en actuaciones que sugieren que las ONGD están más interesadas por las mujeres pobres que por la equidad de género en sí misma. Al final, queda la duda de como es de firme su compromiso con la apuesta de un desarrollo centrado en las mujeres y que sea capaz de promover su empoderamiento en el marco de relaciones igualitarias.

Tengo la sospecha que estos procesos de evaporación y deslizamiento que hay en las ONGD no son ajenos a la división sexual del trabajo que hay dentro de ellas. Como no podía ser de otra manera, las ONGD reproducen en su estructura organizativa la división sexual del trabajo que existe en la sociedad, y la expresan de maneras particulares de las cuales sus integrantes a menudo no son conscientes, pero que ayudan a entender algunas de las resistencias al cambio que presentan estas organizaciones. Me refiero, en concreto, a la tendencia que se hace más evidente a medida que las ONGD se profesionalizan y crecen en personal contratado y en recursos, a organizar el trabajo y el ejercicio del poder de una forma que, a grandes rasgos, se podría resumir así:

A. Las tareas de dirección y decisión, de representación pública y de participación en espacios de interlocución con las administraciones públicas, son mayoritariamente ocupadas por hombres de una cierta edad con experiencia política, notable dedicación y disponibilidad de tiempo, capacitado de elaboración teórica y de debate, que ocupan cargos sin remuneración a los cuales han llegado (o en los cuales se mantienen) más por su carácter de fundadores de la organización (o por acuerdoa través de las redes informales de lealtad masculina), que por elección democrática o concurso de méritos abierto y transparente.

B. Los trabajos técnicos relacionadas con los proyectos, la sensibilización o la educación para el desarrollo y las tareas administrativas, son cada vez más ocupadas por mujeres jóvenes con formación técnica (masters en cooperación o gestión de ONGD, idiomas), que aceptan condiciones de trabajo y remuneración tan precarias como es habitual al mercado de trabajo actual (si no más) y no disponen de oportunidades por promocionarse a cargos directivos. También son mujeres jóvenes el grueso del voluntariado más activo y, según estudios realizados entre las ONGD vascas, las mejor formadas en temas de género (si no las únicas).

Esta división sexual del trabajo es, según mi parecer, la pared dónde choca y rebota la pelota del cambio organizacional a favor de l’equidad de género en las ONGD. Mientras la incorporación de la perspectiva de género al trabajo de cooperación se concreta en la adquisición de habilidades técnicas por hacer proyectos sensibles al género, las organizaciones pueden exhibir sus buenas intenciones y su discurso pro equidad sin
ningún coste y con evidentes beneficios. Pero las resistencias afloran cuando se trata de promover el cambio en sus estructuras y su cultura organizacional, porque estos son los ámbitos que mejor reflejan la desigualdad de poder entre hombres y mujeres dentro de las ONGD.

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